Denuncias de corrupción y espionaje en el uso de la tecnología: democracia o dictadura.

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Lucila



El Dr. Leonel Fernández denuncia una presunta red de corrupción y espionaje vinculada al Instituto Nacional de Tránsito Terrestre (Intrant) y la empresa Transcore Latam pone en evidencia graves preocupaciones sobre el uso indebido de la tecnología en detrimento de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Este tipo de acusaciones, que involucran la vigilancia a través de cámaras de semáforos y la posible utilización de dispositivos para rastrear teléfonos móviles, nos lleva a reflexionar sobre el delicado equilibrio entre la seguridad pública y la privacidad individual.


En primer lugar, es fundamental destacar que la privacidad es un derecho humano básico, consagrado en diversas normativas internacionales y nacionales. La posibilidad de que cámaras en intersecciones estratégicas sean utilizadas no solo para controlar el tráfico, sino también para identificar y rastrear teléfonos móviles, representa una grave amenaza a este derecho. Estamos ante un escenario en el que, bajo el pretexto de mejorar la organización urbana, podrían estar vulnerándose libertades esenciales, y es inquietante pensar que los datos personales de los ciudadanos puedan caer en manos de empresas no reguladas o ser utilizados con fines que no están claramente establecidos.


Este tipo de prácticas no solo afectan a la población en general, sino que también generan un riesgo potencial para la seguridad de altos funcionarios gubernamentales, como señala Fernández. La introducción de sistemas tecnológicos avanzados debe venir acompañada de una regulatoria estricta y transparente que garantice que dichos sistemas no se utilicen para propósitos ocultos ni para espiar a la ciudadanía. La falta de claridad en la continuidad operacional de Transcore Latam, a pesar de la anulación de su contrato en 2023 por irregularidades, agrava aún más la situación y genera desconfianza en las instituciones responsables de velar por la transparencia.


Además, la preocupación de Fernández sobre la posible vinculación de esta red de vigilancia con futuros proyectos estatales, como la renovación de la cédula de identidad o el pasaporte biométrico electrónico, abre un debate necesario sobre la protección de datos personales en un mundo cada vez más digitalizado. Es vital que, antes de implementar nuevas tecnologías a nivel estatal, se establezcan mecanismos que resguarden la privacidad de los ciudadanos y que las operaciones se realicen bajo un marco legal claro y con controles efectivos.


En definitiva, este tipo de denuncias nos invitan a cuestionar cómo se están gestionando nuestros datos en la era digital y qué mecanismos de protección existen para evitar abusos. La tecnología es una herramienta poderosa que puede mejorar la calidad de vida, pero si se utiliza sin la debida regulación y transparencia, puede convertirse en un arma contra las libertades individuales. Por tanto, es imperativo que la sociedad y los responsables políticos exijan una mayor supervisión y rendición de cuentas en el manejo de estas tecnologías. Solo así se podrá garantizar que el avance tecnológico sea un aliado de los derechos humanos y no una amenaza a los mismos.

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