Onofre Salvador
Muchos años nos separan de esa especie de sentencia proclamada por el gran Benito Juárez. Desde luego, con ella se dejaba saber la necesidad de conocer los límites hasta donde se podía llegar, lo que evitaría la transgresión a las prerrogativas de los demás.
Hoy, como ayer, sigue con la misma vigencia, por lo que no debemos dejar de reconocerlo, sin importar la circunstancia en la que nos encontremos.
En ocasiones suelen darse situaciones con algunas personas, a las que es necesario llevar al lugar de donde no debieron salir jamás. Puede ocurrir que no se tenga el dominio sobre ciertas reglas, lo que no lo convierte en un eximente, pero son casos menos graves que aquellos que lo hacen con pleno conocimiento.
Dicho esto, y observando la magnitud de las constantes violaciones en ese particular, se hace imperativo seguir reflexionando sobre los derechos individuales y colectivos, a partir de la tutela de los órganos rectores en el orden judicial.
En la República Dominicana, se puede decir que se ha avanzado un poco en lo relativo a la aplicación de sanciones a aquellos que abusan del derecho ajeno, sin embargo falta mucho para que nos sintamos debidamente protegidos en las inevitables conductas antijurídicas.
Se está claro que es algo inevitable en el ser humano; su propia naturaleza de carácter individualista lo lleva a actuar con mucha frecuencia en sentido opuesto a sus iguales.
Dije que hay avances notables en la aplicación de sanciones en torno al tema en cuestión, lo que va precedido de los elementos preventivos contenidos en las normas.
En cuanto a la protección que se ofrece en el ámbito del derecho, cabe destacar, además un cuerpo legislativo interesante, la poderosa sombrilla constitucional, presente en todo procedimiento y procesos de la justicia.
Como seres que vivimos en civilización, estamos compelidos a actuar con mesura, entendiendo que hay una frontera de la que no se puede pasar, sopena de vernos en problemas o señalados como violadores del orden establecido.
Visto todos los elementos envueltos en el asunto, salta a la vista, como parte más delicada, las manifestaciones groseras del poder, expresadas en las diferencias económicas que subyacen en la sociedad. Por ahí está la mayor debilidad, misma que termina afectando a los de menos recursos, desgraciadamente contados como la mayoría.
Hay que seguir luchando hasta alcanzar más celeridad y equilibrio en el orden de las cosas, lo que nos convertiría en un país más garantista de los derechos individuales y colectivos. Reforzado esto, nos acercaríamos en términos institucionales al pensamiento del connotado líder mejicano, Benito Juárez, a aquello de que el respeto al derecho ajeno es la paz.
Para recibir nuestras noticias o hacer denuncias, escribanos al correo diarioelmatero@gmail.com o al Whatsapp 829 232 5283
Escribe tu comentario