​Absurdo sobre absurdo, es lo que prima y aflora en el horizonte

Por Onofre Salvador

Es casi generalizada, la percepción de que el presente gobierno no encuentra la ruta para gobernar de forma minimamente aceptable. El primer período fue de improvisaciones reiteradas, pero más que eso, de errores garrafales, difíciles de justificar.

Estamos viviendo un segundo mandato, mismo que está mostrando la peor parte, con el agravante que se supone saben lo que se está haciendo, a pesar de estar metiendo la República Dominicana en aprietos.

Colocando algunas cosas en contexto, no podríamos dejar de mencionar el tema de los desproporcionados y recurrentes préstamos, sin que se vea beneficio alguno para el país, además de resoluciones inconstitucionales, vejatorias, en perjuicio de los servidores públicos y, como si nada, hasta sentencias y sometimientos de acuerdos que ceden porciones marítimas.

Tenemos un gobierno intentando justificar políticas públicas que no soportan el más elemental de los análisis, situación que se demuestra en la palanca modo reversa en una variedad de iniciativas que, al parecer, no se tiene idea de su divorcio con los genuinos intereses del país.

Esto va mal, no verlo sería como vivir en una realidad llena de ficción. Y es que, desde el año 2020, hasta el día de hoy, no existe mejoría absolutamente en nada, en cambio, existe un deterioro progresivo de cosas que funcionaban.

En cuanto al gasto público, dividido en corriente y de capital, el desequilibrio es alarmante en desmedro del último. La inversión es pobre en comparación con aquella que devuelve cuestiones sustanciales al país.

Que alguien, si es valiente, hable de algun servicio que haya experimentado mejoría. No hay forma, a pesar de las descomunales cantidades de dinero con lo que ha contado este gobierno desde su llegada al poder. Déficit fiscal multiplicado, deuda pública exagerada, mientras solo se oye a nivel de congreso, aprobado, aprobado y aprobado.

Estamos ante una administración de poses, de improvisación y desconocimiento de normas elementales en el ejercicio de manejar un Estado. Funcionarios que dan la impresión que son islas aparte, asumiendo posiciones nada agradable para la nación.

Absurdo sobre absurdo, es lo que prima y aflora en el horizonte.