Activa esperanza de la llegada del Señor

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Lucila (1)


Los textos de San Lucas (21,25-28.34-36) la Primera Carta a los Tesalonicenses (3,12–4,2), Jeremías (33,14-16) y el Salmo 24 convergen en un llamado profundo a la esperanza activa, la vigilancia y la preparación espiritual ante la venida del Señor. Cada uno de estos pasajes nos invita a reflexionar sobre cómo vivir nuestra fe en un tiempo de espera y promesa, manteniendo el corazón firme en Dios y los pasos orientados hacia la justicia.


1. La promesa del cumplimiento (Jeremías 33,14-16)


El profeta Jeremías proclama una promesa de salvación: el Señor cumplirá la palabra que dio a su pueblo, enviando un "Renuevo justo" que traerá justicia y seguridad. Este mensaje resuena con fuerza en un contexto de exilio y desesperanza, recordándonos que, incluso en los momentos de mayor oscuridad, Dios permanece fiel a sus promesas. Así como Israel fue llamado a confiar en el plan de Dios, nosotros hoy somos invitados a depositar nuestra confianza en el Señor, quien actúa a su tiempo y nunca abandona a su pueblo.


2. La vigilancia ante los signos de los tiempos, (San Lucas 21,25-28.34-36) 


En el Evangelio de Lucas, Jesús nos habla de signos cósmicos y de angustia en las naciones como preludio de su venida. Este lenguaje apocalíptico no busca infundir miedo, sino despertar en nosotros una actitud de vigilancia y esperanza. Cristo nos llama a levantar la cabeza y estar atentos, porque nuestra liberación está cerca. Sin embargo, advierte sobre las distracciones del mundo —la embriaguez, el desenfreno y las preocupaciones de la vida—, que pueden apagar en nosotros el deseo de vivir según Su voluntad. Este pasaje nos recuerda que la preparación para el encuentro con el Señor no es pasiva, sino activa, y requiere de una vida orientada hacia los valores del . El amor como camino de preparación


(1 Tesalonicenses 3,12–4,2)


San Pablo, en su carta a los Tesalonicenses, nos da una clave práctica para esta preparación: el amor. "Que el Señor los haga crecer y abundar en el amor mutuo y hacia todos". Este amor no es un sentimiento superficial, sino una acción concreta que nos santifica y nos hace irreprochables ante Dios. Vivir en el amor es una forma de estar vigilantes y preparados para la venida del Señor. Además, Pablo nos exhorta a vivir en santidad, siguiendo las enseñanzas que hemos recibido, como un testimonio vivo de nuestra fe.


4. Un corazón puro que busca al Señor (Salmo 24)


El Salmo 24 nos presenta una imagen de quienes pueden estar en la presencia de Dios: "El de manos limpias y corazón puro, que no confía en los ídolos". Este salmo nos invita a examinar nuestra vida, a purificar nuestro corazón y a buscar la justicia. Vivir con manos limpias y corazón puro no es otra cosa que vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, confiando en Él y rechazando todo aquello que nos desvía de su camino.


Un llamado para hoy


Estos textos, unidos, nos llaman a vivir en tensión entre el "ya" y el "todavía no" del Reino de Dios. Nos recuerdan que la venida del Señor es una certeza, pero que nuestra tarea es vivir en el presente con fidelidad, amor y esperanza. La promesa de Jeremías nos asegura que Dios cumple su palabra; el Evangelio de Lucas nos invita a estar vigilantes y despiertos; Pablo nos exhorta a crecer en el amor y la santidad; y el Salmo nos insta a purificar nuestro corazón para buscar al Señor.


En este tiempo de Adviento, somos invitados a renovar nuestra fe, a abrir nuestro corazón a la esperanza y a vivir con la alegría de quienes saben que el Señor está cerca. Así, con confianza y amor, podemos levantar nuestra cabeza y esperar con gozo el cumplimiento de las promesas de Dios.



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