El Instituto Nacional de Atención Integral a la Primera Infancia (INAIPI) es una institución clave en la protección y educación de los niños en sus primeros años de vida en la República Dominicana. Sin embargo, recientes incidentes han puesto en duda la seguridad y el nivel de supervisión dentro de estos centros.
La muerte de un niño por ahogamiento y el caso de un bebé de un año con dieciséis mordidas reflejan serias deficiencias en los protocolos de vigilancia y cuidado infantil.
Estos hechos no solo evidencian fallos administrativos y operativos, sino que también generan una crisis de confianza en la sociedad respecto a la capacidad del INAIPI para cumplir su misión fundamental.
Uno de los principales problemas evidenciados en estos casos es la falta de supervisión efectiva por parte del personal a cargo. La muerte del niño por ahogamiento sugiere ausencia de medidas preventivas en espacios de riesgo, mientras que el caso del bebé con múltiples mordidas revela un preocupante nivel de descuido en la vigilancia de los niños dentro de las instalaciones. La supervisión en centros de cuidado infantil debe ser rigurosa, con protocolos claros para garantizar la seguridad de los menores en todo momento. Sin embargo, estos casos demuestran que el INAIPI no ha logrado implementar mecanismos adecuados para prevenir situaciones de peligro.
Además, la falta de personal capacitado puede ser un factor determinante en estos incidentes. Según estudios sobre el cuidado infantil, la proporción entre cuidadores y niños es crucial para garantizar una atención efectiva (Guralnick, 2019). Si los centros del INAIPI no cuentan con suficientes profesionales preparados, la supervisión se vuelve deficiente, lo que aumenta la probabilidad de accidentes y situaciones de maltrato entre los niños.
Otra preocupación importante es la respuesta institucional ante estos incidentes. La manera en que el INAIPI ha manejado estas situaciones sugiere que no existen protocolos eficientes para atender emergencias ni para garantizar la rendición de cuentas.
En el caso del niño ahogado, se desconoce si hubo una reacción rápida para intentar salvar su vida, mientras que en el caso del bebé con mordidas, surge la interrogante de cómo pudo ocurrir tal nivel de agresión sin que los cuidadores intervinieran a tiempo.
Las mejores prácticas en instituciones de cuidado infantil incluyen protocolos estrictos para prevenir y manejar emergencias (Shonkoff & Phillips, 2000). Esto implica no solo la capacitación del personal en primeros auxilios y manejo de crisis, sino también mecanismos de supervisión interna que permitan detectar fallas antes de que ocurran tragedias.
Los incidentes recientes en el INAIPI exponen serias fallas en la supervisión, seguridad y respuesta ante emergencias en los centros de atención infantil. La muerte de un niño y las agresiones sufridas por otro demuestran la urgente necesidad de revisar y fortalecer los protocolos de protección en estas instituciones.
La sociedad requiere garantías de que los menores estarán seguros en estos espacios, lo que demanda una reforma estructural en la gestión del INAIPI. Sin medidas correctivas, la confianza en la institución seguirá erosionándose, poniendo en riesgo la integridad de los niños a su cargo.
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