Messiah de Netflix: entre la fe, la política y la narrativa contemporánea

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La serie Messiah, estrenada por Netflix en 2020 y creada por Michael Petroni, generó una notable controversia desde sus primeros episodios. Ambientada en un contexto geopolítico y religioso convulso, la historia gira en torno a un carismático personaje conocido como “Al-Masih”, quien aparece en distintas regiones del mundo realizando actos que muchos interpretan como milagros. Su presencia divide a la opinión pública global: mientras algunos lo veneran como un auténtico mesías, otros lo acusan de ser un impostor con motivaciones ocultas. A través de esta figura ambigua, Messiah explora temas profundamente arraigados en la cultura contemporánea, como la fe, el poder político, la manipulación mediática y la necesidad humana de creer en algo más grande que sí mismo.


La serie no ofrece respuestas claras ni verdades absolutas. En lugar de confirmar si Al-Masih es divino o un hábil manipulador, la narrativa se construye sobre la duda y la ambigüedad. Este enfoque deliberado invita a los espectadores a cuestionar no sólo la naturaleza del protagonista, sino también sus propias creencias, prejuicios y expectativas. El tratamiento de los temas religiosos se entrelaza con una crítica social y política que refleja tensiones reales en el mundo contemporáneo, especialmente en torno al extremismo, la vigilancia estatal y el papel de los medios de comunicación.



Por tanto, este ensayo propone una lectura multidisciplinaria de Messiah, abordando su profundidad simbólica desde tres dimensiones principales: la religiosa, la política-social y la narrativa. Al analizar cómo la serie representa la figura del “salvador” en un contexto globalizado y polarizado, se puede comprender mejor su impacto cultural y las preguntas vigentes que plantea sobre fe, verdad y poder.


Desde sus primeras escenas, Messiah plantea una inquietante pregunta teológica: ¿cómo reaccionaría el mundo moderno ante la llegada de un mesías? La figura de Al-Masih, interpretado por Mehdi Dehbi, se presenta como un líder carismático que proclama mensajes de paz, realiza actos extraordinarios y moviliza a multitudes, especialmente en zonas de conflicto como Siria, Israel y Estados Unidos. Su nombre, que remite directamente a la palabra “Mesías” en árabe y hebreo, es una clara alusión a figuras proféticas del judaísmo, el cristianismo y el islam, lo que resalta el carácter interreligioso del conflicto.


A lo largo de la serie, se observa una cuidadosa construcción simbólica del personaje. Al-Masih camina en el desierto, habla en parábolas, evita la violencia, y parece anticipar eventos futuros, lo que recuerda tanto a Jesús como a otras figuras proféticas. Sin embargo, la serie evita confirmar su naturaleza divina, dejando espacio para que cada espectador proyecte sus propias creencias. Este enfoque pluralista refleja el paisaje espiritual contemporáneo, caracterizado por una creciente diversidad y una desconfianza generalizada hacia las instituciones religiosas tradicionales (Taylor, 2007).


En la ficción, las reacciones ante Al-Masih varían según el contexto cultural y religioso. En el Medio Oriente, algunos lo ven como un líder espiritual, mientras que otros lo consideran una amenaza política. En Estados Unidos, el personaje genera fascinación en sectores cristianos evangélicos, pero también despierta sospechas en agencias gubernamentales. Esta ambigüedad permite a la serie explorar cómo la religión puede ser tanto un instrumento de esperanza como de conflicto, dependiendo del prisma desde el cual se observe.


Fuera de la pantalla, la serie también provocó polémica en la vida real. En países como Jordania y Palestina, algunos espectadores criticaron la representación del Islam y la posibilidad de que Al-Masih sea una figura engañosa, similar al “Dajjal” (el falso mesías en la escatología islámica). Esta controversia revela hasta qué punto las narrativas religiosas siguen siendo sensibles y poderosas, incluso en formatos de entretenimiento (Armstrong, 2019).


Por último, es importante destacar cómo la serie cuestiona la autenticidad de los milagros. En lugar de presentar hechos sobrenaturales de forma concluyente, la cámara siempre deja margen para la duda: ¿fueron realmente milagros o coincidencias manipuladas? Esta tensión entre fe y escepticismo refleja el dilema moderno de creer en lo trascendente en una era dominada por la racionalidad y la evidencia empírica (Berger, 1990).

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