Por Onofre Salvador
Quejarse es lo normal cuando se siente algun daño. El mismo ha de tener consecuencias incómodas para quien lo sufre y, como tal, necesita buscar la manera de remediarlo a como de lugar.
El paraje Las Palmita, perteneciente a La Rancha, con ubicación en el municipio El Cercado, está pasando por uno de sus peores momentos, probablemente desde su fundación. Se trata del grave deterioro de su única vía de acceso, natural y hasta provocado.
Dada su población y niveles de producción, con reconocimiento de principalía en el tema agrícola, venía exigiendo a través de sus comunitarios y voces autorizadas, la construcción de un corto tramo carretero que facilitara sacar sus productos a los mercados, además de acomodar la vida de sus estudiantes, mismos que deben caminar kilómetros para llegar a los respectivos centros educativos.
Décadas y décadas exigiendo el derecho de ser escuchados y complacidos, vieron una luz en el túnel, cuando las autoridades pasadas incluyeron la pequeña, pero importantisima obra en uno de sus presupuestos, lo que permitió se le diera inicio para alegría colectiva de todos los rancheros. Dicha obra fue avanzada hasta Palmita 1 aproximadamente en un 50 por ciento, quedando Palmita 2 sin inicio.
Las esperanzas fluían en ese sentido, creciendo mucho más al empezar el presente gobierno, quienes a través de algunas de sus instituciones autorizadas, evaluaron lo que había en ejecución e hicieron claras promesas de continuar y llevar a feliz término la referida obra. Tamaña sorpresa para los lugareños, llevaron aparatos y retiraron la capa asfáltica que se había echado y jamás volvieron.
Como es normal, se volvió a posición anterior, con la gravedad de ver la proliferación de profundas sanjas sobre el gran camino, y peor aun, convertido en peligroso para los que usan sus pies, animales y vehículos de cualquier naturaleza.
Hay que decir que no han valido los reclamos, lo que se interpreta como una grosera burla a gente buena, humilde; que solo pide sosiego y algo de respeto para su convivencia. El martirio de La Rancha, y su paraje Las Palmita, en la referida obra, entre otras más, no tiene madre.
Merecemos respeto, es lo único que podemos decir en ese particular ante el abusivo comportamiento de la presente administración gubernamental. Son chelitos para el Estado, pero una fortuna en término de su valor para una comunidad trabajadora, decente, que aporta muy por encima de lo que con justicia reclama.
El tramo carretero, Palmita 1 y 2, debe ser retomado con urgencia, si es que todavía queda algo de sensibilidad en quienes nos gobiernan.
¡Basta ya de tanto olvido y maltrato hacia gente buena y entregada al trabajo!
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